No tenía intención de comenzar el nuevo curso blogueril con un post amargo e irritado, pero una vez más la realidad ha pasado por encima de mis planes. Así que ahí va:
I. Latrocinio
El sábado por la mañana, mientras preparaba el equipaje para asistir a una boda en Toledo, descubrí que algún facineroso había roto una ventanilla de mi coche y se había llevado la radio. Eso sí, muy escrupuloso: apenas había cristales en el asiento de la niña (todavía no me sale decir la mayor) y todo estaba leve pero ostentosamente revuelto, como para decirme "por muy bien que hayas escondido el frontal, al final lo he encontrado". En fin, muy pulcro todo, si bien ello no ha servido para haberme pasado todo el sábado de mal humor. Al contrario, me imagino, que los de mi seguro, que ya se estarán relamiendo pensando en la cuota que me van a colocar el año que viene (y es que éste hemos tenido una suerte particularmente funesta con el coche: atropellamos a un perro en medio de una autovía, se nos estampó un borracho contra el coche aparcado, ahora esto...)
II. Estadística
Así pues, procedí a poner una denuncia telefónica; pero mientras le dictaba los datos al operador, me daba cuenta de la escasa utilidad de la policía en estos casos. En el mejor de los casos, la denuncia sirve para que el seguro te pague algo, y, en el peor, para engrosar las estadísticas de delitos. Vamos, que le he dado un argumento más a algún político para que saque de paseo el fantasma de la inseguridad ciudadana y acuse a algún otro de falta de medios.
Mis sospechas se confirmaron cuando fui ayer a firmar la denuncia y el agente de turno me preguntó que si sabía el número de serie de la radio. Cuando le dije que no (dudo que haya mucha gente que apunte esas cosas, incluso yo mismo ya me he hecho falsos buenos propósitos), dejó caer que, aún en el supuesto caso de que recuperaran la radio, no me la iban a devolver. Obvio.
III. Epílogo
Ahora me dicen los del seguro que como la radio que me han robado no es la que venía de serie con el coche y no les he avisado de que la cambié en su momento, que el seguro no me cubre el robo. Cojonudo. Así da gusto suscribirse un seguro contra robo.
Busco socios para fundar una nueva compañía de seguros. El negocio es redondo: cobras una pasta a los clientes y luego te buscas cualquier puta triquiñuela para no pagarles cuando toque.
03 septiembre 2007
Latrocinio y estadística
Perpetrado por ÓsQar a las 7:35 a. m.
Etiquetas: La vida en los Campos Salacus
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1 comentarios:
Vaya, qué putada :(
Lo siento... no me apunto al negocio que propones, para ser así no sé si hay que nacer o vale con aprender y ni estoy en el primer caso, ni estoy por la labor del segundo ;P
Lo peor que yo le veo al asunto es que te aguaran la fiesta, aunque el resto también tiene su miga envenada.
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