Ayer cometí el error de ver Camino después de la cena. Pero no lo digo porque la película me pareciera mala (al contrario) o porque me acabara acostando a las mil (hoy es lunes, recuerdo); lo digo porque consiguió sacarme de mis casillas tanto como para haberme tenido media noche dándole vueltas.
La verdad, solo recuerdo una película recientemente que me haya tenido tan nervioso durante todo el metraje: en United-93 me desquiciaban las ganas de gritarles a los protagonistas que reaccionaran de una puta vez. En Camino, la situación es aún más angustiosa, dado que no hay ningún personaje capaz de reaccionar.
Javier Fesser nos pinta un estrato de la sociedad inquietantemente cercano al que nos rodea. Tan cercano que no podemos evitar preguntarnos si alguno de los muchos católicos que conocemos podría alcanzar cotas tan vergonzantes de fanatismo. Y la respuesta es que tal vez.
Reconozco que sé poco acerca del Opus Dei, de su estructura y funcionamiento. De entrada, la típica imagen estereotipada de cuando se menosprecia a alguien diciendo "este es del Opus", unida a alguna leyenda urbana de mis tiempos de estudiante (tal profesora es numeraria) y a alguna reseña leída en algún periódico. De hecho, ni siquiera he leído la entrada en la Wikipedia; pero es que, sinceramente, no quiero conocer más de esa gente, tan solo mantenerlos tan alejados de mí y de mi familia como sea posible. No sé, tal vez me haya afectado más por ser padre y tener dos hijas... solo pensar que alguna de ellas pudiera verse envuelta en tal ponzoña de fanatismo me pone los pelos de punta.
Dicen que la jerarquía del Opus y algún sector radical católico cercano ha protestado por la difusión de la película. La verdad, no me sorprende, porque los sitúa a la misma altura que a otra secta cualquiera, donde deben estar. Pero Fesser no se conforma con mostrar las miserias y mezquindades de estos integristas, el machismo y sometimiento de la mujer, la anulación de la voluntad social de los miembros, la vomitiva anteposición de su tóxica fe a sus seres queridos, la maniquea doctrina o la perversa y constante manipulación de las personas. Además, Fesser nos muestra el esperpento, la ceguera de los opusitas ante la realidad que tienen delante, guiada por su vil ideología, la repugnante cobardía de una madre egoísta jaleada por unos no menos repugnantes sacerdotes hipócritas y ávidos de hacer apología de su sinsentido.
Pero, por encima de todo, y aquí es donde me quito el sombrero ante él, Fesser se mofa de un Opus corrupto por sus propias mentiras y su propia estupidez, engañado por las fantasías de una niña que acaba de antrar en la adolescencia como tal vez entramos todos: enamorándose.
Porque Camino es exactamente eso: la historia de una niña que empieza a descubrir que hay vida más allá de la asfixiante presencia de su fanática madre y las tóxicas enseñanzas que le ha inculcado. Es una niña atrapada entre el ansia de conocer y una moral medieval y espesa. Es una niña que le pide a su padre que la libere de semejante losa, pero este, siendo como es un personaje triste y cobarde (y, ¿por qué no? también atrapado), no puede llegar por más que quiera. Es una niña que quiere expresar su enamoramiento antes de que la enfermedad la consuma y los que están a su alrededor, con sus gigantescas anteojeras, no la entienden.
En definitiva, una película triste, penosa, indignante, inhumana, que te hará llorar lágrimas amargas, te hará un nudo en el estómago o te hará desear gritar de rabia, pero seguro que no te dejará indiferente. En mi opinón, 6 Goyas más que merecidos.
09 marzo 2009
Camino, de Fesser
Perpetrado por ÓsQar a las 3:42 p. m.
Etiquetas: Heliotipos y voxiteradores, Palabra de San Jabber
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
La vi el pasado sábado y es todo un dramón. Yo tampoco conozco mucho del Opus así no puedo enjuiciar el rigor de lo que cuenta. Se que la familia de Alexia, en cuya historia se inspiró Fesser, renegó de la cinta y protestó por la dedicatoria final.
Se me hizo un poco larga y Carmen Elías me pareció fabulosa en su papel.
¡Enhorabuena por el premio! A mi también me han dado uno. Un saludo.
Cojonudo: para una vez que alguien se fija en mi blog y resulta que es un facha gilipollas. Solo faltaba que se me volviera a llenar esto de nazis como hace un tiempo.
Vaya tela.
En fin, ÓsQar, tu humildad al recibir el premio te engrandece.
Pero ya sabes: todos, los humildes y los grandes, los pequeños y los gigantes, sin excepción, seréis acogidos por igual, cálidamente, en el Reino de los Infiernos.
Aunque no os lo creáis, el tipo este que dice ser mi amigo (sin serlo), habla en serio de "El Reino de los Infiernos", como si fuera un sitio más real que, yo qué sé... Hogwarts, Lothlorien o Lannisport.
En fin, llevo tiempo pensándolo: lo peor de que no exista una vida eterna es perderse la jeta de los crédulos y los milenaristas al darse cuenta de que se han pasado la vida engañados.
Yo la vi este viernes y me encanto... claro que me pasó más o menos lo que a ti. Acabé indignado.
Yo la vi ayer y no terminé indignado. No es sorprendente, es que a estas alturas, bueno, ya se sabe de qué va. Así que no terminé a verla indignado porque ya empecé a verla indignado.
Hmmm, me quedo pensando en eso que dices del machismo y el sometimiento de la mujer. Sí, y también el del hombre, porque el padre, jodeeer.
Y me quedo pensando también en eso último que has respondido al imbécil este que te desea el infierno de que qué pena que no haya oportunidad de verles decir "ups". Me quedo pensando que la tontería se paga, y lo digo con la madre de Camino en mente, cuando al fin de la peli llega, y está como tanto ha currado por estar.
En fin. Me pasé toda la peli recordando aquello que dijo aquel de que a partir de una hipótesis absurda se puede demostrar cualquier cosa. Y de la de ejemplos que tiene a partir de "supongamos que existe un dios que es omnipotente, omnisciente y bondadoso".
Genial la película.
Publicar un comentario