Hace hoy un año se celebraban a bombo y platillo los 75 años de la proclamación de la Segunda República Española y primer régimen auténticamente democrático (sufragio universal y esas cosas) establecido en nuestro país. Como parece que el número 76 no tiene nada de particular, este año apenas hay actos reivindicativos, aunque muchos no faltarán a la tradicional manifestación de esta tarde.
Ayer tuve ocasión de leer el manifiesto que han suscrito un par de docenas de colectivos de izquierda radical (radical en el sentido original de la palabra) y ultraizquierda. Yo siempre he sido defensor de los principios republicanos y de su memoria, pero después de leer el manifiesto, tengo serias dudas de mi ideología esté en línea con la suya:
En primer lugar me parece tremendamente absurdo achacar a la Constitución y al régimen monárquico en general, todos los males que, según este grupo, aquejan a los trabajadores y los pueblos de España. Me parece absurdo porque la función de la Constitución es servir de marco jurídico sobre el que construir el Estado de derecho, es decir, que son las leyes con las que nos hemos dotado a lo largo de 30 años las que han marcado la vida de los ciudadanos. Y me parece absurdo también porque la figura del rey tiene aún menos que ver, ya que es la propia Constitución la que limita los poderes, obligaciones y responsabilidades del monarca, delegando la totalidad de la soberanía sobre los ciudadanos.
En segundo lugar, siempre he pensado que el objetivo último de las reivindicaciones republicanas eran (o debían ser) abolir la monarquía e instaurar la figura de un Presidente que asumiera las funciones de Jefe de Estado (y alguna más de las que ahora no disfruta el rey). Todo enmarcado dentro de un Estado plenamente democrático, es decir, que los partidos políticos tendrían las mismas funciones y derechos que hasta ahora, asumiendo pues la posibilidad obvia de que un partido de derechas gobierne el país con total normalidad. Un modelo, por tanto, similar al de Francia, Portugal o Italia, por citar países cercanos. O tal vez más parecido al de Alemania o Suiza si optáramos además por federalizar a los pueblos de España.
Nada que ver, por tanto, con lo que se exige en el manifiesto republicano, mucho más cercano a la instauración de una república socialista de corte soviético, con su dictadura del proletariado, su liquidación de la libertad de empresa y todas esas cosas. Sinceramente, esta tergiversación (por no decir prostitución) del republicanismo me parece reprochable, ya que falsifica las lógicas pretensiones de conseguir la igualdad de facto de todos los españoles, disfrazándolas con una postura ultra que sólo sirve para dar munición a los detractores de la causa republicana. Yo no entiendo por qué no se oyen voces a la derecha que se sitúen de forma natural a favor de una república democrática, pero visto que la causa ha sido usurpada por colectivos muy a la izquierda de la socialdemocracia, el motivo queda claro.
En tercer lugar, no me siento identificado con la España pintada (¿caricaturizada?) en el manifiesto. Es como cuando escucho hablar a los dirigentes del PP o a sus periodistas de cámara: "Se rompe España", "la familia está en peligro"... ¿acaso vivo en otro mundo? ¿Acaso es necesario apelar al caos y al apocalipsis para atraer simpatizantes? En serio, yo no veo ese país en el que los trabajadores mueren a diario en la miseria debido a la maldad intrínseca de empresarios, banqueros y políticos. ¿Que se pueden mejorar las situaciones laborales de muchos ciudadanos? Por supuesto, pero creo que es algo más relativo a la labor sindical que a las propias reivindicaciones republicanas, por definición.
En cuarto lugar, tenemos la tradicional alusión negativa a la política de EEUU (la, digamos, ley de Godwin de la ultraizquierda española) y de la UE (ésta alusión es de nuevo cuño, desde que empezó a gestarse la Constitución Europea). Insisto: más propaganda ultra y nula relación con el republicanismo.
Por último, aborrezco la forma en que el manifiesto aborda la situación de los pueblos de España y, en particular, la del País Vasco. Me molesta la alegría con la que se habla de "presos políticos", sin reconocer la realidad de que los presos etarras son criminales o, los menos, delincuentes. Me molesta la alegría con la que se reclama la derogación de la Ley de Partidos y la legalización de la izquierda abertzale, sin exigir a esta última una rotunda condena de la violencia y de la lucha armada como métodos de acción política. Me molesta la alegría con la que se insta a ETA a que abandone los atentados, en lugar de exigir su disolución, la entrega de armas y el acatamiento de la justicia (incluya o no en el futuro medidas de gracia).
Por consiguiente, me declaro realmente alejado del republicanismo auspiciado por este manifiesto. Pese a que comparto algunas opiniones (las relativas a sanidad, educación o memoria histórica), no apruebo ni el tono, ni el fondo ni gran parte del argumentario. Así que este año, tampoco me verán por la manifestación.
P.D. Para republicano chulo, este papagayo que fotografié en el Faunia el invierno pasado. Feliz 14 de abril.
Ayer tuve ocasión de leer el manifiesto que han suscrito un par de docenas de colectivos de izquierda radical (radical en el sentido original de la palabra) y ultraizquierda. Yo siempre he sido defensor de los principios republicanos y de su memoria, pero después de leer el manifiesto, tengo serias dudas de mi ideología esté en línea con la suya:
CONTRA LA MONARQUÍA Y SU CONSTITUCIÓN – 14 de Abril de 2007
La Constitución de 1978 es evidente que no ha servido para resolver ninguno de los grandes problemas de la clase trabajadora y de los pueblos del Estado Español.
Dar potestad al ejército para mantener la unidad de España significa una usurpación de la soberanía popular, una amenaza a los pueblos del Estado Español y una intimidación permanente de este país.
Pero es más, para impedir que la clase obrera y las clases populares siguieran reivindicando la transformación social desde la perspectiva económica, política, cultural y social, los antiguos franquistas, los grandes capitales, con la capitulación de las direcciones de los mal llamados partidos de izquierdas y de los sindicatos, difundieron profusamente los logros reflejados en la Constitución, quedando todo ello en papel mojado al consagrar la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado, que como estamos viendo día a día, liquida los derechos conquistados en décadas de luchas ejemplares.
El engaño no solo está en lo económico. En lo político el fraude fue descomunal al imponernos una monarquía retrógrada, designada por el dictador Franco y sin opción alguna a poder decidir sobre la República, que hubiese dado continuidad a las conquistas democráticas y populares conseguidas con el sacrificio de lo mejor de nuestro pueblo, al levantar la II República.
Tres décadas después, las máscaras han caído. La férrea dictadura del capitalismo neoliberal impone sus más duras condiciones de vida y de trabajo a las clases populares. Los salarios no alcanzan para cubrir las necesidades básicas, las jornadas de trabajo son interminables, la inseguridad, la precariedad y las penosas condiciones de trabajo se llevan cada día la vida de varios trabajadores y la salud de otros miles. La vivienda es inaccesible para la inmensa mayoría; la sanidad y la educación públicas se deterioran progresivamente mientras los empresarios, en particular los grandes capitales, se enriquecen con dinero público y se les bajan los impuestos, mientras que por el contrario se nos aumentan a las capas populares.
Estos retrocesos y agresiones son perfectamente legales, porque los ampara la Constitución monárquica. Pero cada vez son más amplios los sectores de nuestro pueblo que se organizan y movilizan ante la indignidad de tener un monarca impuesto por Franco, de impedírsenos el derecho democrático de autodeterminación de los pueblos, de no haber depurado a los criminales del ejército, la policía, la judicatura y la administración, y de impedírsenos proclamar como héroes a los luchadores por la República para conseguir un mundo mejor.
Los gobiernos de la monarquía, con sus aliados y el apoyo de las cúpulas de CC.OO. y UGT, continúan el expolio de los derechos políticos y sociales. El régimen monárquico ampara y propicia los escandalosos beneficios de la banca y las grandes empresas, la especulación inmobiliaria y la corrupción generalizada, las deslocalizaciones, la brutalidad policial, la tortura, las agresiones fascistas, el deterioro del medio ambiente, los despidos, la represión a los trabajadores, a los huelguistas del 20-J y a los dirigentes sindicales Cándido y Morala, condenados a tres años de prisión por defender puestos de trabajo en los Astilleros de Gijón.
Pero esta política, amparada por la Constitución del 78, concuerda y está subordinada a la política imperialista de EE.UU. y de U.E.
Así, tras la celebrada decisión de sacar las tropas de Irak, el gobierno del PSOE ha pisado el acelerador del militarismo del alineamiento más estricto con los planes de los imperialistas estadounidenses y europeos. Los datos son abrumadores; la participación directa bajo el mando de la OTAN en las ocupaciones de Afganistán y la ex-Yugoslavia, o la encubierta del Líbano, la vigencia del ignominioso pacto bilateral con EE.UU., la colaboración ante los vuelos de la CIA, la participación en el entrenamiento de las fuerzas de seguridad colaboracionistas de Irak, la enésima ampliación de las bases militares, el record del gasto militar en el presupuesto del Estado de 2006, etc., nos sitúa en la subordinación en el imperialismo yanqui y europeo.
El grito “lo llaman democracia y no lo es” se llena cada día de razones y se convierte en un llamamiento urgente a organizarse y a acabar con la barbarie que crece cada día, independientemente del color del gobierno.
En la polémica más reciente y más generalizada sobre la solución democrática y negociada del conflicto vasco que reivindicamos el movimiento republicano, observamos la parálisis del gobierno al no tomar con más determinación la coyuntura favorable que se brinda en estos momentos, tras treinta años de conflicto. Parece como si el problema no fuera tanto el fin de la confrontación violenta, sino el de silenciar a la izquierda abertzale y al movimiento popular vasco, que están resistiendo los envites del Estado reaccionario monárquico con una dignidad extraordinaria.
La ultraderecha refugiada en la cúpula del PP, la COPE y el diario El Mundo…. no está interesada en solucionar el conflicto, sino más bien apuesta por la estrategia de la tensión, incrementando la violencia y el sufrimiento que todo ello comporta.
El movimiento republicano que apuesta decididamente por la solución dialogada del conflicto vasco y por la paz, insta a ETA a abandonar los atentados, y al gobierno a tomar decisiones claras y rápidas para poner en marcha un proceso que conlleve:
La anulación de los procesos judiciales farsa y el final de la represión.
La disolución de la Audiencia Nacional, auténtico tribunal de excepción.
El inmediato acercamiento de los presos políticos y su posterior excarcelación.
La derogación de la Ley de Partidos, el fin del acuerdo antiterrorista y la legalización de Batasuna.
El abordar sin ambigüedades el derecho de los pueblos a decidir libremente.
La lucha por la III República y su consecución, daría un marco de estabilidad a la libertad de los pueblos, que la Constitución monárquica del 78 les niega.
La reivindicación de la III República y la exigencia de derogación de la Constitución del 78, además de acabar con décadas de sometimiento de las clases populares, abrirían un nuevo escenario de protagonismo de la lucha de masas y del restablecimiento de solidaridad entre la clase obrera y el conjunto de los pueblos del Estado Español.
Precisamente en la recuperación de la memoria de la mejor generación exterminada –de todos los pueblos del Estado Español- y en la exigencia de responsabilidades a sus verdugos, rechazamos y exigimos la retirada de la humillante Ley de la Memoria que pretende enterrarles definitivamente; es donde se pueden situar adecuadamente el cinismo, la hipocresía y las dimensiones del terrorismo de Estado, y los derechos de miles de víctimas cuya rehabilitación y reparación exigimos.
Organizar la lucha por la III República
El sistema, con el Rey a la cabeza, se deslegitima a ojos vista cada vez más ante más gente, sobre todo para una juventud que no vislumbra otro futuro que el de la inseguridad, la explotación y la insolidaridad, que no siente rehén de la transición y que cada vez se encuentra con más fuerza para reclamar su derecho a cambiar la vida y la Historia, y lo hace aquí y ahora, enarbolando la bandera republicana y reanudando el compromiso por la transformación social, uniéndose a aquella juventud que lo dio todo en la guerra civil y en la lucha contra la dictadura, por la justicia y la libertad.
Organizar esa voluntad y esa fuerza en colectivos locales, en lugares de estudio y de trabajo, ateneos, plataformas por la III República, etc. que deben desarrollarse de manera unitaria y con la firme voluntad de encauzar su acción política sobre la base de los ocho puntos acordados por el encuentro estatal de organizaciones republicanas del 14 de Febrero de 2004.
El movimiento republicano en auge, está abriendo su camino con la movilización, la lucha y la coordinación. El objetivo es grandioso: ¡Una República sin privilegiados y en manos del pueblo!
Por el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Por una solución política y dialogada al conflicto vasco.
Por la recuperación de la memoria y exigencia de responsabilidades.
Por los derechos sociales y políticos.
¡Viva la III República!
ACP Estrella Roja – Agrupación Universitaria Carlos Marx - A.R.CO – Ateneo Republicano de Carabanchel - Asociación cultural Pablo de la Torriente Brau - CAES - Co.Bas - Colectivo de Ciudad Lineal por la III República - Colectivos de Jóvenes Comunistas – Coordinadora Antifascista - Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba – Madrid - Coordinadora Sindical de Madrid - Corriente Roja - Espacio Alternativo - IU – Meco - Izquierda Castellana – Los Verdes de la Comunidad de Madrid - Mayores Ecologistas de Ciudad Lineal - MIA CM - Partido Comunista de los Pueblos de España - Partido Comunista de España (Marxista-Leninista) - Plataforma de Ciudadanos por la República - PLATAFORMA DE MÓSTOLES POR LA III REPÚBLICA - Unión Proletaria
En primer lugar me parece tremendamente absurdo achacar a la Constitución y al régimen monárquico en general, todos los males que, según este grupo, aquejan a los trabajadores y los pueblos de España. Me parece absurdo porque la función de la Constitución es servir de marco jurídico sobre el que construir el Estado de derecho, es decir, que son las leyes con las que nos hemos dotado a lo largo de 30 años las que han marcado la vida de los ciudadanos. Y me parece absurdo también porque la figura del rey tiene aún menos que ver, ya que es la propia Constitución la que limita los poderes, obligaciones y responsabilidades del monarca, delegando la totalidad de la soberanía sobre los ciudadanos.
En segundo lugar, siempre he pensado que el objetivo último de las reivindicaciones republicanas eran (o debían ser) abolir la monarquía e instaurar la figura de un Presidente que asumiera las funciones de Jefe de Estado (y alguna más de las que ahora no disfruta el rey). Todo enmarcado dentro de un Estado plenamente democrático, es decir, que los partidos políticos tendrían las mismas funciones y derechos que hasta ahora, asumiendo pues la posibilidad obvia de que un partido de derechas gobierne el país con total normalidad. Un modelo, por tanto, similar al de Francia, Portugal o Italia, por citar países cercanos. O tal vez más parecido al de Alemania o Suiza si optáramos además por federalizar a los pueblos de España.
Nada que ver, por tanto, con lo que se exige en el manifiesto republicano, mucho más cercano a la instauración de una república socialista de corte soviético, con su dictadura del proletariado, su liquidación de la libertad de empresa y todas esas cosas. Sinceramente, esta tergiversación (por no decir prostitución) del republicanismo me parece reprochable, ya que falsifica las lógicas pretensiones de conseguir la igualdad de facto de todos los españoles, disfrazándolas con una postura ultra que sólo sirve para dar munición a los detractores de la causa republicana. Yo no entiendo por qué no se oyen voces a la derecha que se sitúen de forma natural a favor de una república democrática, pero visto que la causa ha sido usurpada por colectivos muy a la izquierda de la socialdemocracia, el motivo queda claro.
En tercer lugar, no me siento identificado con la España pintada (¿caricaturizada?) en el manifiesto. Es como cuando escucho hablar a los dirigentes del PP o a sus periodistas de cámara: "Se rompe España", "la familia está en peligro"... ¿acaso vivo en otro mundo? ¿Acaso es necesario apelar al caos y al apocalipsis para atraer simpatizantes? En serio, yo no veo ese país en el que los trabajadores mueren a diario en la miseria debido a la maldad intrínseca de empresarios, banqueros y políticos. ¿Que se pueden mejorar las situaciones laborales de muchos ciudadanos? Por supuesto, pero creo que es algo más relativo a la labor sindical que a las propias reivindicaciones republicanas, por definición.
En cuarto lugar, tenemos la tradicional alusión negativa a la política de EEUU (la, digamos, ley de Godwin de la ultraizquierda española) y de la UE (ésta alusión es de nuevo cuño, desde que empezó a gestarse la Constitución Europea). Insisto: más propaganda ultra y nula relación con el republicanismo.
Por último, aborrezco la forma en que el manifiesto aborda la situación de los pueblos de España y, en particular, la del País Vasco. Me molesta la alegría con la que se habla de "presos políticos", sin reconocer la realidad de que los presos etarras son criminales o, los menos, delincuentes. Me molesta la alegría con la que se reclama la derogación de la Ley de Partidos y la legalización de la izquierda abertzale, sin exigir a esta última una rotunda condena de la violencia y de la lucha armada como métodos de acción política. Me molesta la alegría con la que se insta a ETA a que abandone los atentados, en lugar de exigir su disolución, la entrega de armas y el acatamiento de la justicia (incluya o no en el futuro medidas de gracia).
Por consiguiente, me declaro realmente alejado del republicanismo auspiciado por este manifiesto. Pese a que comparto algunas opiniones (las relativas a sanidad, educación o memoria histórica), no apruebo ni el tono, ni el fondo ni gran parte del argumentario. Así que este año, tampoco me verán por la manifestación.
P.D. Para republicano chulo, este papagayo que fotografié en el Faunia el invierno pasado. Feliz 14 de abril.
1 comentarios:
¡Conformista! ¡Sicario de la dictadura economicopoliticocorporativa! :P
Ya leíste por ahí lo que pienso al respecto. Estas cosas vienen bien, para que no nos olvidemos de que no sólo la derecha es capaz de utilizar el tonito apocalíptico.
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