28 julio 2006

3 años

Hoy hace tres años que murió mi abuela.



Archivado en: La vida en los Campos Salacus

27 julio 2006

GAYardón

Ay, en qué jardín te has metido tú sólo, Albertito... luego dirás que el sector neocon del PP no te traga!
Y hablando de tragar, a ver quién se traga esta frase, después del cipote que se montó por este asunto:

"Hemos mantenido una discrepancia con relación a esta ley pero este hecho no significa que una vez aprobada por las Cortes Generales debamos o podamos no aplicarla".
Como con la ley del aborto, del divorcio... por no hablar de la Constitución al completo.
Bueno, pues mi enhorabuena a los novios y espero que se les pase la empanada mental. Ah, y a la vuelta de la luna de miel, si sigue haciendo este calor en Madrid, yo les recomendaría que no se refrescaran en la piscina de Moratalaz. Si acaso, que se vayan al chalet de la sierra de algún compañero de partido.

26 julio 2006

Fin de temporada


Finalmente, me iré de vacaciones con los deberes hechos: ayer TVE-1 nos deleitó con los dos últimos episodios de la segunda temporada de Mujeres desesperadas; realmente un único episodio dividido en dos partes, repleto de flashbacks con personajes que, por razones obvias, ya no salían, y finalizando la temporada de una forma, como mínimo, desasosegante.
Lo cierto es que me enganché a esta serie en la primera temporada, cuando la emitieron el año pasado. Me pareció muy ent
retenida, al mezclar situaciones de una comedia familiar con un complejo thriller bastante rebuscado. La segunda temporada, sin embargo, ha tenido menos de acción y le ha faltado precisamente el hilo conductor que te hacía esperar el episodio siguiente. A cambio, los personajes se han vuelto más maduros y complejos, dándole más protagonismo a quien más lo merecía (definitivamente, Lynette Scavo y Bree Van de Kamp).
En resumen, una serie muy recomendable; claro, que ahora que ya han emitido en T
VE y la Fox, quien quiera verla, que tire de MulaVisión.

Otra serie que terminé de ver el otro día fue Alias... bueno, realmente he terminado de ver las cuatro primeras termporadas (la quinta y última aún no ha llegado a España).
A ésta me enganché cuando empezaron a ponerla en Cuatro, por recomendación de Blax y otros compañeros, y me aficioné en seguida, pese a las pocas simpatías que le tengo a la CIA en general y a sus agentes en particular (sólo de pensar que cosas muy parecidas a las que se cuentan en la serie pueden pasar en la realidad, se me ponen los pelos de punta).
En fin, estuve siguiendo la serie en la tele du
rante la primera temporada, pero pronto me puse impaciente y empecé a tirar de la Mula para ver los episodios más deprisa... y acabé pidiéndoselos a mis compis, que los tenían en DVD.
La serie en sí es pura acción, con argumentos desde
un poco hasta muy complicados, y una línea argumental constante en torno a una serie de reliquias inventadas por un tal Rambaldi, un supuesto inventor-líder de secta del siglo XV (cuya relación con la CIA hace bastante agua).
Muchos de los episodios parecen hechos sobre la marcha, inventándose motivaciones inexistentes para sorprender al espectador, y resucitando personajes que habían muerto muchos episodios antes. Pese a todo, la trama engancha bastante y he estado viéndome hasta 4 ó 6 episodios semanales.
De las cuatro temporadas, creo que las mejores son la 2ª y la 3ª (al menos, la segunda mitad de la 3ª), más curradas que la 1ª, pero menos apresuradas que la 4ª. De la quinta ya he oído malas críticas, así que ya veremos. De momento, el final de la 4ª mosquea y sorprende al mismo tiempo (aunque espero que no sea un bluff como ocurrió al final de la 3ª).
Por cierto, que pese a lo buena que está Sidney Bristow, la aparición en escena de Nadia Santos, ha sido de lo mejorcito que le ha pasado a la serie. Viva Argentina!

Y el punto freak: parece que tenemos fans de Alias hasta en el Ayuntamiento de Madrid. Esta foto la tomé el otro día en el Rally de la M-30, pasado el Puente de Vallecas en dirección norte:
¡¡Es el puto símbolo de la secta de Rambaldi!!! Seguro que todas las obras son sólo para que Gallardón encuentre algún artefacto chungo con el que lavarnos el cerebro a todos los madrileños (ah, no, que para eso ya tenemos TeleMadrid)...

25 julio 2006

La pertinaz ceguera

Es obvio que la ONU no pudo haber imaginado los efectos a largo plazo que iba a tener la reubicación, tras el genocidio de la Segunda Guerra Mundial, del pueblo hebreo en una tierra que ellos consideraban suya por mandato divino y los supuestos derechos históricos que les concedía el hecho de que sus antepasados la hubieran poblado hace más de 4000 años. En aquel momento, Europa le debía mucho a los judíos e hizo mucho de lo que estaba en su mano, si no todo, para compensarles por su sufrimiento. Hoy, sesenta años después, Israel emplea su Historia como arma arrojadiza, y se escuda tras un interesado victimismo para deslegitimar a las instituciones que tratan de llevarles por la senda del Derecho Internacional.
La realidad es que Israel lleva decenas de años incumpliendo resoluciones de la ONU, al tiempo que exige el cumplimiento de otras diferentes a países como Irán y organizaciones como Hezbolá. La realidad es que Israel ha oprimido y humillado al pueblo palestino, al tiempo que se ha defendido de las críticas azuzando el fantasma del antisemitismo con aires ofendidos. La realidad es que Israel ha aprovechado su relación de alianza incondicional con EEUU hasta el punto de realizar operaciones militares impunemente fuera de sus fronteras (al igual que EEUU).
Tal vez suene a los típicos prejuicios izquierdistas en favor de Palestina y en contra de las políticas imperialistas, pero no es cierto: Israel merece críticas al igual que EEUU, y sólo una perspectiva tremendamente estrecha puede exonerarles de ello. Por el mismo motivo, sólo un ultraizquierdismo radical y maniqueo puede de alguna forma justificar las acciones de Hamás, Hezbolá, Siria o Irán. Las cosas por su nombre: si una organización, por mucha red de caridad y sanidad que despliegue, alienta a los jóvenes a inmolarse en un autobús lleno de israelíes, se trata de una organización terrorista; si un país, por muy democrático que sea, alienta a sus soldados a hacer asesinatos selectivos sin importar las bajas civiles, se trata de un estado terrorista. Así pues, aquí en vez de maniqueísmo se trata de culpar a ambos bandos por igual.
Ahora bien, un Estado que se jacta de democrático, debería tener una cierta ética que le impidiera castigar a la población civil de un país que sabe sin recursos: Israel no va a librar a Líbano de Hezbolá bombardeando barrios completos y obligando a miles de refugiados a abandonar sus hogares... a menos que su objetivo no sea ése. La ceguera de EEUU también es terrible: exigiendo como condiciones para el alto el fuego lo que deberían ser objetivos del proceso de pacificación de la zona (desarme de Hezbolá y despliegue de una fuerza internacional).
En España también tenemos lo nuestro, y el conflicto (¡guerra!) en Oriente Próximo ha servido para avinagrar aún más (cosa que algunos ya considerábamos complicado), las relaciones entre PP y PSOE. La ya tradicional bronca, con cruce de fuertes acusaciones de un lado y de otro, está alcanzando cuotas francamente intoxicantes, hasta el punto de que no parece probable que los españoles pasemos un verano de tranquilidad política.
El PP ha encontrado un filón en exprimir la tradicional debilidad de la izquierda por la causa palestina, retorciéndola de tal manera que es ahora la derecha la que usa el adjetivo antisemita como doloroso insulto contra un progresismo al que está costando mucho trabajo encontrar un hueco ecuánime en este asunto. A raíz de esto, el PP ha entrado a la carga de forma machacona, como nos tiene habituados, ciegos y sordos ante cualquier intento de explicación por parte del Gobierno. Me sigue maravillando la increíble paciencia y las tragaderas de Mª Teresa Fdez. de la Vega: no importa las veces que repita una cosa, siempre tendrá al Zaplana de turno que seguirá ladrando como si no la hubiera escuchado.
El PSOE tampoco se queda corto en este muestrario de cegueras... el otro día discutía yo con mi mujer sobre la conveniencia de que el partido que sustenta al Gobierno apoye manifestaciones, sobre todo una como la de la semana pasada, en la que la posibilidad de un incidente diplomático era más que evidente. Obviamente, la manifestación iba muy en la línea argumental de las que se organizaron cuando la Guerra de Irak, y no se hubiera entendido que el PSOE hubiera cambiado su postura. Ahora bien, ese apoyo, junto a declaraciones como la de Pepe Blanco o la foto de Zapatero con la kufiya, demuestran, como mínimo, falta de oportunidad. Parece mentira que, a estas alturas, no sepan cómo las gasta el PP, y que cualquier gesto va a ser aprovechado por los medios carroñeros para incrementar la crispación general.
En fin, como lo de España no tiene remedio (al menos mientras no lleguen unas nuevas elecciones que demuestren al PP que si están donde están, es por méritos propios), sólo me queda desear que lo de Oriente Próximo termine pronto: si la ONU, la OTAN, EEUU y/o la UE pueden hacer algo por impedir que la lista de civiles muertos de uno y otro bando siga creciendo, que lo hagan; y si esta afirmación me convierte en un antisemita a ojos de la derecha cavernaria, que con su pan se lo coman.

07 julio 2006

Me pareció ver un lindo rapadito

Nada como cambiar tu rutina diaria para que los acontecimientos dignos de mención vengan solitos a terminar con una sequía en el blog que ya iba por tres semanas.
El caso es que ayer tuve que coger el metro a eso de las 9 de la noche en Cuatro Vientos para ir a Santiago Bernabéu. Para quien no lo conozca, la zona donde está la estación de Cuatro Vientos es un barrio llamado Dehesa del Príncipe (La Dehesa para los amigos), una colonia residencial para oficiales y suboficiales del Ejército (aunque los pisos son desde hace unos pocos años de venta libre y me imagino que ya no todos los residentes serán militares). No sé hasta qué punto ese hecho tiene alguna relevancia para lo que voy a contar, pero tal vez la tenga.
Cuando entré en la estación de metro, coincidí en el vestíbulo y los pasillos con una veintena de chavales de entre 14 y 16 años a lo sumo, chicos y chicas (en algún caso, niños y niñas más bien). La indumentaria de los niños no dejaba lugar a dudas: cabeza rapada (terminada en anchas patillas en aquellos que tenían barba), polo apretado azul marino con la rojigualda en el cuello, pantalones pesqueros y unas Marteens con puntera de acero. Alguno destacaba luciendo unos arcaicos tirantes (a juego con su ortodoncia) o una graciosa camiseta con el logotipo "Waffen SS" a la espalda. Sinceramente, no sé a qué tipo de padres les parece correcto que su hijo salga con parafernalia neonazi a la calle... me imagino que el mismo tipo de padres que le daría una paliza a su hijo si le vieran con una camiseta del Ché Guevara.
Llegué al andén al mismo tiempo que el tren, así que los cachorros rapados tuvieron que correr para entrar en tropel en los vagones. Desgraciadamente, en línea 10 los trenes son de la serie 7000, sin separación entre vagones, así que los cachorros podían campar a sus anchas por todo el convoy.
Al principio se dedicaron a hacer lo que todo grupo de chavales de esa edad haría: hacer el ganso, hacerse fotos con el móvil
, cantar a voz en grito... claro que no todos los chavales cantarían cosas tan edificantes como "Adolf Hitler is my friend, is my friend, is my friend". No sé, me pareció extremadamente triste ver a esos prepúberes fotografiándose brazo en alto, cantando las consignas con las que alguien les ha intoxicado desde su tierna infancia. Es posible que algunos salgan de esa mierda y se vuelvan gente decente, pero probablemente más de uno eche a perder su vida y acabe en la cárcel o bajo tierra.
En fin, cuando me parecía que los chavales eran demasiado jóvenes para hacer nada más grave que cantar himnos vergonzosos, me sacaron de mi error. Al llegar a Príncipe Pío, se montó la primera trifulca: varios de los críos se enzarzaron en una pelea de patio de colegio: patadas al aire, puñetazos sin objetivo claro, insultos a los familiares... y un grupo de 8 ó 10 niños salió del tren, increpados por otros tantos que se habían quedado dentro. La verdad es que no entendí muy bien quién se enfrentaba a quién, hubiera jurado que todos habían entrado juntos en el metro y habían cantado juntos, pero con estos fanáticos nunca se sabe. Los quinceañeros pasaron corriendo por delante de mí, pateando las puertas, insultando y amenazando de muerte a los de fuera. Cuando el tren se puso en marcha y parecía que se habían calmado un poco, volvieron a salir corriendo todos en dirección contraria, con una cara bastante más asustada: las niñas gritaban "corred, corred" y "vámonos", y los niños "joder, que tiene un pincho" y "tío, ¿tú no tenías una navaja?".
Efectivamente, tras ellos apareció un individuo de unos veintipocos años, también rapado, pero con una camiseta con el emblema SHARP en el pecho y una mariposa abierta en la mano. El tipo, bastante más robusto que los niños que huían, vociferaba, visiblemente nervioso, y amenazaba con matar a todos los críos. La verdad es que no mi hizo ni puta gracia ver a otro fanático a dos metros de mí, con una navaja en la mano, las piernas temblorosas y la mirada perdida, pero supongo que lo mejor en estos casos es esperar y no hacerse notar mucho. El sharpero aparentó calmarse, guardó el pincho y saludó a una chica que había a su lado; sin embargo, algo que no oí o vi, le hizo reaccionar de nuevo y salió corriendo por el tren detrás de los chavales nazis.
Afortunadamente ya estábamos llegando a Plaza de España y la gente salió a borbotones del metro: los nazis por si les pinchaban, los viajeros para evitar líos. La trifulca continuaba al principio del tren y finalmente avisamos al conductor con el tirador de emergencia para que llamara a seguridad. Resultado: 10 minutos parados, la gente muy nerviosa, y el tarado de la navaja siguió dentro del tren hasta Tribunal (que ya es más su territorio). Un rápido vistazo hoy a la prensa local, me hace verificar que, por suerte, no ocurrió ayer ninguna desgracia.
Lo peor de todo creo que ha sido comprobar que las mismas pestes que intoxicaban a la juventud hace 10, 15, 20 años, siguen pudriendo a los jóvenes de hoy en día. El culto a la violencia y el fanatismo de los extremos ideológicos (comprendidos o simplemente inculcados) siguen siendo un cáncer que hay que erradicar y no estoy tan seguro de que la sociedad esté preparada para ello: los niños aprenden de lo que ven, y el sectarismo y la violencia política están a la orden del día. Y, la verdad, si hay algo que de verdad me preocupa, es pensar que algún día mi hija pueda hacer amistades como estos payasos. En fin, veremos qué se puede hacer, si es que puede hacerse algo.