25 octubre 2006

El PP sigue teniendo amigos en Europa

¡Ay! Con las ganas que tenía de titular este post "El PP se queda sólo en Europa" o algo así, y no ha podido ser. Mucho me temo que el robo ayer de 350 pistolas en Francia por parte de ETA ha tenido mucho que ver con la decisión final del Partido Popular Europeo de ponerse del lado del PP en el debate de esta mañana en Estrasburgo sobre el proceso de paz en el País Vasco.
Pese a que la resolución propuesta por el Grupo Socialista ha salido adelante, nos queda el regusto amargo de ver una división política en Europa del mismo calibre que la que vemos a diario en España (y eso que en Europa no tienen a un Losantos o un Vidal sembrando el odio a diario entre sus oyentes). No se puede negar que la maquinaria diplomática del PP está muy bien engrasada, dado que sólo hace unos días parecía que el PPE iba a dar
una colleja al PP.
Pues bien, nada de eso y, como decía, es probable que el tema de las pistolas haya influido notoriamente en la votación. Es comprensible, obviamente: ETA ha escogido el peor momento para tratar de afianzar su posición de fuerza frente al Gobierno. O tal vez no. Tal vez ETA quería evaluar a ciencia cierta hasta dónde puede llegar en Europa y hasta dónde puede tensar la cuerda con el Gobierno.
Porque se trata de eso: publicidad. Llevamos varios meses asistiendo a la actuación firme de la policía y la Justicia españolas (¿la famosa rendición de la que acusan los ideólogos cavernarios a Zapatero?) y a la postura de mártires ofendidos de los dirigentes de Batasuna. ETA necesitaba movilizar a las bases abertzales para tratar de dar la impresión de mantener una posición de fuerza frente al Gobierno. El golpe de las pistolas permitirá a Batasuna enrocarse aún más en su negativa a condenar la violencia y trat
ar de forzar su legalización sin pasar por estatutos nuevos. Personalmente no creo que lo consigan, y al final Batasuna se presentará a las elecciones con nuevas siglas; pero la transición la hará en un momento de menor intensidad, para no dar la impresión a sus simpatizantes de que los tiempos los marca el Gobierno.
Ahora bien, ya son muchas las voces que claman por el cese inmediato de las conversaciones entre Gobierno y ETA, alegando que el robo de las pistolas atenta directamente contra las condiciones que el Gobierno se impuso para dialogar con los terroristas. Es cierto que este acto debe consi
derarse como una muestra de que el deseo de ETA de acabar con la violencia es muy cuestionable, pero también es cierto que el Gobierno es consciente de que la responsabilidad de acabar con el terrorismo en España es tan grande, que será necesario dejar cruzar ciertas líneas si se quiere llegar a buen término. Obviamente, ETA sabe que el Gobierno está dispuesto a esto y de ahí el pulso.


Para acabar pongo una foto de Jeremías, de El Manifestómetro, donde se puede observar el circo que montaron los de la AVT en su microfestación de ayer. El delirante Alcaraz sigue intentando vender la moto de la rendición del Gobierno, pero visto el éxito de su convocatoria, está claro que hay otros que lo hacen mucho mejor que él. ¿Tendrá la desfachatez de decir que ayer fueron doscientas o trescientas mil personas? Uf, no, menos mal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Osqar, corazón, realmente lo de las armas ha sido un golpe bajo hasta para ETA, en vez de celebrar que por fin su caso llega a Estrasburgo se dedican a lo de siempre... Pues va a ser que me jode. Es que no se apean del burro ni un minuto, ni para demostrar buena intención. Parece que sólo el gobierno está dispuesto a ceder, ellos no, y me da rabia, porque se trata de que todos cedamos para llegar a un acuerdo.

ÓsQar dijo...

Puede parecer que el Gobierno está dispuesto a ceder y ellos no, pero trata de verlo desde su óptica: para el mundo abertzale, la impresión es que ellos ya han cedido (al anunciar el alto el fuego unilateral) y el Gobierno les sigue agrediendo (mediante actuaciones legales del Estado de Derecho). En esta situación no me extraña que traten de dar un golpe que infunda moral entre sus filas, pero que no afecte gravemente al diálogo.