25 julio 2006

La pertinaz ceguera

Es obvio que la ONU no pudo haber imaginado los efectos a largo plazo que iba a tener la reubicación, tras el genocidio de la Segunda Guerra Mundial, del pueblo hebreo en una tierra que ellos consideraban suya por mandato divino y los supuestos derechos históricos que les concedía el hecho de que sus antepasados la hubieran poblado hace más de 4000 años. En aquel momento, Europa le debía mucho a los judíos e hizo mucho de lo que estaba en su mano, si no todo, para compensarles por su sufrimiento. Hoy, sesenta años después, Israel emplea su Historia como arma arrojadiza, y se escuda tras un interesado victimismo para deslegitimar a las instituciones que tratan de llevarles por la senda del Derecho Internacional.
La realidad es que Israel lleva decenas de años incumpliendo resoluciones de la ONU, al tiempo que exige el cumplimiento de otras diferentes a países como Irán y organizaciones como Hezbolá. La realidad es que Israel ha oprimido y humillado al pueblo palestino, al tiempo que se ha defendido de las críticas azuzando el fantasma del antisemitismo con aires ofendidos. La realidad es que Israel ha aprovechado su relación de alianza incondicional con EEUU hasta el punto de realizar operaciones militares impunemente fuera de sus fronteras (al igual que EEUU).
Tal vez suene a los típicos prejuicios izquierdistas en favor de Palestina y en contra de las políticas imperialistas, pero no es cierto: Israel merece críticas al igual que EEUU, y sólo una perspectiva tremendamente estrecha puede exonerarles de ello. Por el mismo motivo, sólo un ultraizquierdismo radical y maniqueo puede de alguna forma justificar las acciones de Hamás, Hezbolá, Siria o Irán. Las cosas por su nombre: si una organización, por mucha red de caridad y sanidad que despliegue, alienta a los jóvenes a inmolarse en un autobús lleno de israelíes, se trata de una organización terrorista; si un país, por muy democrático que sea, alienta a sus soldados a hacer asesinatos selectivos sin importar las bajas civiles, se trata de un estado terrorista. Así pues, aquí en vez de maniqueísmo se trata de culpar a ambos bandos por igual.
Ahora bien, un Estado que se jacta de democrático, debería tener una cierta ética que le impidiera castigar a la población civil de un país que sabe sin recursos: Israel no va a librar a Líbano de Hezbolá bombardeando barrios completos y obligando a miles de refugiados a abandonar sus hogares... a menos que su objetivo no sea ése. La ceguera de EEUU también es terrible: exigiendo como condiciones para el alto el fuego lo que deberían ser objetivos del proceso de pacificación de la zona (desarme de Hezbolá y despliegue de una fuerza internacional).
En España también tenemos lo nuestro, y el conflicto (¡guerra!) en Oriente Próximo ha servido para avinagrar aún más (cosa que algunos ya considerábamos complicado), las relaciones entre PP y PSOE. La ya tradicional bronca, con cruce de fuertes acusaciones de un lado y de otro, está alcanzando cuotas francamente intoxicantes, hasta el punto de que no parece probable que los españoles pasemos un verano de tranquilidad política.
El PP ha encontrado un filón en exprimir la tradicional debilidad de la izquierda por la causa palestina, retorciéndola de tal manera que es ahora la derecha la que usa el adjetivo antisemita como doloroso insulto contra un progresismo al que está costando mucho trabajo encontrar un hueco ecuánime en este asunto. A raíz de esto, el PP ha entrado a la carga de forma machacona, como nos tiene habituados, ciegos y sordos ante cualquier intento de explicación por parte del Gobierno. Me sigue maravillando la increíble paciencia y las tragaderas de Mª Teresa Fdez. de la Vega: no importa las veces que repita una cosa, siempre tendrá al Zaplana de turno que seguirá ladrando como si no la hubiera escuchado.
El PSOE tampoco se queda corto en este muestrario de cegueras... el otro día discutía yo con mi mujer sobre la conveniencia de que el partido que sustenta al Gobierno apoye manifestaciones, sobre todo una como la de la semana pasada, en la que la posibilidad de un incidente diplomático era más que evidente. Obviamente, la manifestación iba muy en la línea argumental de las que se organizaron cuando la Guerra de Irak, y no se hubiera entendido que el PSOE hubiera cambiado su postura. Ahora bien, ese apoyo, junto a declaraciones como la de Pepe Blanco o la foto de Zapatero con la kufiya, demuestran, como mínimo, falta de oportunidad. Parece mentira que, a estas alturas, no sepan cómo las gasta el PP, y que cualquier gesto va a ser aprovechado por los medios carroñeros para incrementar la crispación general.
En fin, como lo de España no tiene remedio (al menos mientras no lleguen unas nuevas elecciones que demuestren al PP que si están donde están, es por méritos propios), sólo me queda desear que lo de Oriente Próximo termine pronto: si la ONU, la OTAN, EEUU y/o la UE pueden hacer algo por impedir que la lista de civiles muertos de uno y otro bando siga creciendo, que lo hagan; y si esta afirmación me convierte en un antisemita a ojos de la derecha cavernaria, que con su pan se lo coman.

2 comentarios:

Pipilota dijo...

Yo en un lapsus playero vi a Moratinos enfrentándose con no sé qué empresario a causa de las venenosas babas peperianas respecto al antisemitismo del PSOE y dije al entorno:
-Apaga y vamonos a la playa.

No me apeteció en lo más mínimo que me hirviera la sangre, pero me dejó un mal sabor de boca y un comecome tan mal rollitesco como fugaz y esta semana y puede que la que viene paso talmente de ver noticieros noticiosos, menos mal que nos queda rincenwind ;P

ÓsQar dijo...

Sí: aprovecha los días que te queden de vacaciones para mantenerte alejada de la política, porque realmente el tema está que da asco.
Lo del antisemitismo me parece de las acusaciones más vergonzosas que ha podido hacer el PP. Ahora, que si hacemos caso de una portada de The Independent de la semana pasada, todos los países del mundo (salvo un par) son antisemitas:
21 de julio